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Resúmen de la obra

  • Foto del escritor: chome2015
    chome2015
  • 26 nov 2015
  • 7 Min. de lectura

La accion se inicia a principios del mes de julio de 1850, cuando a "una hermosa casa de santiago" llega "un joven entre 22 a 23 años". Es Martin Rivas, un modesto provinciano proveniente de Copiapó, que se traslada a Santiago con el propósito de estudiar leyes. Como no tiene muchos recursos, una carta de su padre, Don José, recientemente fallecido, abre las puertas de la aristocrática familia Encina.

Don Dámaso, el jefe de esta familia, estaba casado con doña Engracia. No fue la belleza lo que inflamó su corazón sino la irresistible atracción que sobre él ejercían los treinta mil pesos que constituían la concesión de la señorita Nuñez. El entonces dependiente de una casa de comercio de valparaiso fue hábil para acrecentar esa suma. Su ambición no tenía limites. Los soportes de su prosperidad se basaron en el lucro, que le produjo jugosos dividendos. Así, los Encina habían llegado a tener un exelente pasar, disfrutando de una situación de privilegio en la sociedad de su tiempo.

La familia acababa de celebrar con alegres festejos la llegada del primogénito Agustín, desde el viejo mundo. Lucía gran cantidad de ropas y joyas, que le permitían acentuar la gracia de su persona, dejando en segundo plano el vacío de su hueca cabeza y su total incapacidad para haber realizado en europa algún estudio provechoso.

La madre de Agustín, doña Engracia, en su juventud había demostrado una naturaleza dominante. Se enorgullesía pensando que su dote (lucro) había constituido la base de la creciente prosperidad familiar. Su elegancia se había ido esfumando con el paso de los años, oprimida por la impetuosidad de su hija Leonor, el matrimonio Encina tenía otros hijos menores.

Desde el comienzo del relato, se perfila en la novela un notorio contraste entre el joven provinciano, nacido en una modesta familia, y los Encina, que habitaban una hermosa casa en santiago. Era una de las más lujosas de la ciudad, le habia confidenciado a Martín, uno de los criados. El aspecto más conflictivo de esta diferencia social se basa en que Martín, tempranamente atraído por Leonor, comprende que debe reservarse sus sentimientos, cuya realización le parece imposible.

Como toda la familia de alta situación, los Encima mantenian una reunión, que se desarrollaba después de la comida, todos los días. Concurrían a ella los jóvenes Mendoza y Valencia, que se disputaban sin disimulo los favores de Leonor, peleaban muchas veces con una glacial indiferencia. También asistían a ella Matilde, prima de Leonor, sus padres, más algunos amigos.

A poco de su llegada a Santiago, Martín se incorpora al instituto nacional a realizar sus estudios de leyes.

Días después de su ingreso, se hace amigo de un joven que revela tener autoridad sobre sus compañeros; Su nombre es Rafaél San Luis. Había cierto aire de misterio en él, observo Martín. Su vestimenta hacía recordar el busto de Byron, un romántico de nacionalidad inglesa, inspirador de muchos jóvenes que trataban de imitarlo.

El recién llegado de su provincia se dejó guiar por San Luis. Su apoyo le permitió adaptarse lentamente a ese ambiente que muchas veces le parecía desconocido y a veces hostil.

Supo con el tiempo Martín que Rafaél San Luis había sido novio de matilde. Pérdidas de fortuna de su padre le impidieron ser aceptado por la familia Elías, y matilde optó por ceder los cánones de convivencia que regían en su medio.

Leonor, confidente de su prima, consigue por intermedio de Martín que la pareja se reencuentre y vuelva a unirse. Renace con una intensa fuerza el romance, que ahora es autorizado por los padres de Matilde. Un tío de Rafael, dueño de la hacienda "El roble", intercede positivamente en favor de su sobrino. También se inician los preparativos de la boda.

Rafaél, en la época en que estuvo abrumado por el rompimiento de su amada, se relacionó con la familia Molina, que era "de medio pelo", pero ansiosa de ascender en la escala social mediante el contacto con personas de un estrato superior. Los jóvenes Molina eran Amador, y dos mujeres, Adelaida y Edelmira. Encabezaba la familia la madre, doña Bernarda Cordero de Molina.

Rafaél, por olvidar a Matilde, se había refugiado en los brazos de Adelaida y de esa unión había nacido un hijo, que es llevado a casa de una tía en Renca, sin el conocimiento de doña Bernarda y con el apoyo de Amador. San Luis toma conciencia de que todo fué un error, entrega a la joven una suma de dinero y no los vuelve a ver con la misma frecuencia de antes.

La familia Molina continúa su vida de siempre. Realizan fiestas con frecuencia y a ella concurren o asisten jovenes con la intención de pasar un rato agradable. Allí se canta al son de la guitarra y se sirven mistelas que alegran el ambiente y se apoderan del cerebro de los bebedores. El arpa, unida a veces a la guitarra, mas la voz Nasal de un cantante a dúo con Amador, entonan el estribillo de una tonada. Es habitual visitante de las Molina un jóven oficial de policía de apellido Castaños, que comienza a hostigar a Edelmira.

Por su parte, Agustín Encina, olvidando su dignidad aristocrática, corteja sin ningun disimulo a Adelaida.

Martín Rivas es presentado en casa de las Molina por Rafaél San Luis, que la visita de vez en cuando en calidad de amigo.

Doña Bernarda se empeña en casar a Edelmira con Ricardo Castaños, a la vez que le entusiasma la idea de unir a Agustín con Adelaida.

Amador, Adelaida y doña Bernarda traman tenderle una trampa a Agustín, que, con la aprobación de Adelaida, concurre a la casa de los Molina a las doce de la noche. Es sorprendido por Amador y la madre, que le exigen una reparació, obligándolo a casarse esa misma noche. Agustín pide que le concedan algunos días para informar a la familia Encina de su matrimonio con Adelaida.

Agustín vive varios días de tormento. Se siente incapaz de informar a los suyos de lo sucedido. Sufre los apremios de Amador, que le cobra las deudas pendientes contraidas en el juego de cartas, en el que ganaba siempre fraudulentamente a Encina.

Agobiado por las continuas presionas de que es objeto, agustín confía a Martín sus penas. Con ayuda es posible establecer que el matrimonio no había sido inscrito en ninguna parroquia, y, por lo tanto, que todo es un fraude. Se lo comunican a Amador; Éste recibe la suma de mil pesos, y oculta hasta después del 18 de septiembre a la familia que la farsa ha sido descubierta.

Doña Bernarda decide vengarse. Es ya de conocimiento público que Rafael y Matilde se preparan para contraer matrimonio. La señora Molina se presenta en casa de los Elías, llevando al pequeño hijo de Rafaél y Adelaida. Matilde, al enterarse de los hechos, se siente traicionada y rompe su noviazgo con Rafaél. Es incapaz de comprender el extravío de que fue víctima su ex amado y se niega a volverlo a ver. Doña Bernarda insiste denuevo ante Edelmira para que se case con el oficial. Ha dicho a su hija: "Mira, el oficialito tiene buen sueldo, y el sargento, que es pariente de la criada, me dijo que lo iban a ascender".

Edelmira se resiste a celebrar la boda. Se siente enamorada de Martín y alienta la esperanza de conquistarlo. Decide abandonar su casa y quedarse en Renca. Martín la acompaña en calidad de amigo.

La familia Encina se entera de su actitud de apoyo a Edelmira y mal interpreta. Martín decide entonces viajar a Copiapó a visitar a su familia por una temporada.

En Marzo de 1851 regresa a Santiago y se encuentra con su amigo San Luis, algo menos adolorido que cuando se produjo el rompimiento con Leonor. Rafaél aprende a olvidar su desencanto incorporandose a la sociedad de la igualidad, que realiza una campaña contra el gobierno constituído. Martín, que se había enamorado de Leonor sin atreverse a declarárselo, se una a las filas de los revolucionarios. Rafaél es uno de los líderes del movimiento, que ve engrosar sus filas con nuevos seguidores.

Edelmira se entera de los inconvenientes que tuvo Martín en el seno de la familia Encina, por haberla acompañado a la casa de su tía en Renca. En un gesto heróico llega a la casa de Leonor y acalara que Martín no la raptó de su casa, como se suponía, sino que la acompañó a peticion de ella. Muestra a Leonor las cartas de Martín, donde él alude - sin nombrarla - Al amor que siente por la joven Encina, lo que cierra las posibilidades de un romance suyo con Edelmira.

En la noche del 19 de abril, horas antes del levantamiento en que tomará parte, Martín escribe a Leonor expresandole que ella ha sido su primer y único amor. Él cree que perecerá en la batalla o que estaría en grave peligro, lo que decide a proclamar su realidad íntima.

Por su parte, Leonor, al recibir la carta de Martín, se siente profundamente conmovida y confiesa a todos que esta perdidamente enamorada de él, proceso que se había desencadenado en ella y que no había querido hasta entonces reconocer.

Martín aparece en la casa de Leonor huyendo herido del lugar de la batalla, donde falleció en sus brazos su amigo Rafaél San Luis.

Leonor lo introduce en su cámara y ambos confiesan su mutuo amor. Ella recuerda los días en que él llegó y manifiesta que ha sido cruel en su orgullo. Marín le recuerda, sonriéndo, que ella tiene miradas que le helarían la sangre al más atrevido.

Tratando de salvar a Martín, Leonor pide a Edelmira que se sacrifique denuevo y se case con Ricardo Castaños a cambio de la libertad del jóven revolucionario. Edelmira acepta, y Martín se dirige a Perú, mientras se gestiona su liberación. Una vez concedido, se materializa su regreso en octubre de 1851.

Martín comunica, a través de una carta a su hermana Mercedes, su matrimonio con Leonor. Le pide a ella y a su madre que viajen a Santiago para ser completamente feliz.

Don Dámaso encomendó a Martín la dirección de sus negocios para entregarse de lleno a su labor político, que lo apasionaba desde hace varios años. Un cargo político sería para él la culminación de su carrera siempre ascendente.


 
 
 

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